Programación como asignatura

En los últimos tiempos se oye muy a menudo hablar de que en ciertos países, han introducido la programación como una asignatura más en la educación obligatoria, y naturalmente no faltan voces que se oponen a ello lamentando que se pretenda que todo el mundo sea ingeniero o técnico, en detrimento de los fundamentos de la cultura que son las asignaturas de letras.

Suelo sonreír cuando oigo este tipo de argumentos porque creo que se hacen desde una simpleza mental sorprendente, en personas que presumen de lo contrario y sospecho que tiene más que ver con el miedo a lo desconocido que con un argumento razonable.

Para empezar, aplicando el mismo criterio, deberíamos suponer que dado que la educación obligatoria incluye lengua y literatura se pretende que todo el mundo sea escritor o periodista. ¿Absurdo? No más que el argumento contrario.

Pero ciertamente ambos argumentos son erróneos, porque el objetivo último de la educación debe ser la formación integral de los futuros miembros de la sociedad, en todos los aspectos humanos, intelectuales y por qué no, científicos, que le ayuden a ser un miembro útil de la sociedad y conseguir una vida plena. Ignorar los aspectos técnicos o científicos que la vida actual supone, es descuidar la formación de los alumnos en un aspecto clave de su futuro entorno.

Las humanidades son claves para conseguir un desarrollo intelectual pleno y no deben descuidarse, pero no olvidemos que el mundo actual, y no digamos el que viene de forma inminente, requiere unos fundamentos técnicos mínimos para desenvolverse con unas razonables garantías de éxito.

Se habla mucho de la brecha digital que separa a las personas capaces de desenvolverse con soltura en un el mundo de Internet y los teléfonos móviles, mensajerías, y redes sociales, y nadie duda de fallar aquí es un hándicap grave para esas personas.

Pero creer que los alumnos del mañana van a aprender por ciencia infusa los conocimientos técnicos de forma adecuada (Y recalco aquí lo de adecuada) es como pretender que dado que el mundo está lleno de periódicos y libros, no vale la pena dedicar mucho tiempo a la formación en lengua y literatura, dado que pueden formarse solos por sí mismos.

Si el primer argumento te suena dudoso pero el segundo inaceptable, probablemente se debe a un sesgo mental en tus concepciones y convendría que le dedicases algo de tiempo a pensar en ello.

Creo, sinceramente, que no se puede uno mover por el mundo actual con garantías, sin entender los rudimentos de la programación, y que su enseñanza es imprescindible en la educación obligatoria (Con toques de otras materias como electricidad y electrónica). Se requiere que los estudiantes comprendan lo que un programa es y lo que se puede y no se puede hacer por programa y sobre todo que pierdan esa especie de temor reverencial que sienten por el tema como si fueran los secretos del culto a Mitra.

Y esto nos lleva a otro tema esencial, la mala formación intelectual que nuestro sistema genera en el asunto de la Ciencia. Viendo estos días a los diputados del congreso que tendrán que decidir sobre energías renovables, Centrales nucleares o ética sobre biología molecular,  no quiero preguntarme cuantos están capacitados para emitir un juicio mínimamente coherente sobre nada de lo que van a decidir.

El miedo que la ciencia sigue provocando entre los intelectuales de letras, creo que se debe más a una sensación de impotencia y falta de esfuerzo para entenderla, que realmente a falta de capacidad.

Y este fenómeno de que intelectuales y filósofos ignoren, con elegancia suicida,  cualquier implicación en las discusiones sobre los temas claves de ciencia y tecnología actuales, nos lleva a que han tenido que ser los científicos quienes hagan su trabajo, con mejor voluntad que acierto, y además sometidos a la crítica feroz de los hombres de letras, que han hecho una clara dejación de responsabilidad de su obligación de aprender del tema y emitir juicio razonado sobre las consecuencias de tales cuestiones.

Y es que para hacer esos juicios sobre ciencia, se requieren muchas horas de estudio sobre temas que les son ajenos y en los que con pocas excepciones, carecen de la voluntad de hacer ese esfuerzo. Sospecho que se debe en gran parte a que al carecer de la formación adecuada en ciencia y computación en sus años mozos, no se sienten muy atraídos hacia un campo pantanoso en el que se ven extraños.

La Ciencia ha cambiado a mejor el mundo en el último siglo y va a seguir haciéndolo a ritmo creciente. Pretender que la educación siga con los mismos criterios y enseñando solo las materias clásicas es un lujo que no nos podemos permitir de ningún modo.

La ciencia y la tecnología han cambiado de forma radical nuestra vida cotidiana, aun cuando mucha gente parece no darse cuenta. Internet los teléfonos móviles, Wikipedia y Google por no hablar de los avances médicos a los que la mayor parte de la población actual le debe la vida, literalmente, han cambiado por completo la forma en como nos comunicamos y relacionamos.

En los próximos años,  la fabricación mediante impresoras 3D, el Internet of Things, la inteligencia artificial, la computación ubicua y muchas otras cuestiones que ahora no imaginamos, nos llevaran a un nuevo tipo de sociedad que hoy no podemos ni imaginar.

Necesitamos dotar a los cerebros jovenes con los criterios y medios correctos para desenvolverse en el. Y eso aceptando que no entendemos como será ese mundo.